
Llevaba más de 10 minutos esperando ante la puerta.
Apoyaba su hombro contra la pared del pasillo. Con la mano derecha sujetaba por el cuello la botella de cerveza ya caliente,
mientras dejaba consumirse el cigarro en la boca, cogido por una punta entre los
labios. Estaba a punto de
reventar, almacenaba dentro de ella las cinco cervezas que había tomado en el bar, más el vino y las
copas de la cena. "Estoy hasta los ovarios de tanto gilipollas". Macarena lanzó una patada contra la puerta, y des del interior se oyó una voz decir "ya va". Al momento se
abrió la puerta, y
salió una pareja,
efectivamente de gilipollas. Macarena los miró con desprecio. El chico salió primero, con una estúpida risita casi sorda, detrás, una rubia
despampanante, mona de la muerte. "Eh.
Límpiate la nariz, sangras como una cerda ". Macarena cerró la puerta, "si me llego a mear encima le meto la botella por la nariz...".