16 de agosto, 9 de la mañana y fotografiando una misa. Es para cagarse en el dueño de tan majestuosa casa...
Aun no llevaba ni cinco minutos fotografiando y por el visor de la cámara veo que el cura empieza a hacer cosas raras con las manos. Como de liturgia voy un poco pez, pensé en varias opciones:
a) Es una nueva forma de santiguarse más molona.
b) Es una innovación tipo baile de los evangelistas para enganchar a la parroquia (aunque no me veo a las monjas de la primera fila bailando en plan monja molona)
c) El tío está teniendo una revelación en este momento.
Finalmente el que se ilumina soy yo, el cura me está diciendo que ya está bien de hacer fotos. Joder, ni que estuviese molestando a los feligreses, que eran cuatro gatos, y por la edad, habían ido porqué a las 5 de la mañana ya estaban despiertos y no sabían que hacer porqué el casal de ancianos estaba chapado.
En fin, que tampoco ha hecho falta que me lo repitiera dos veces, he salido por la puerta y directo a la terraza del bar que hay delante de la Catedral del Sant Esperit, a por mi cafecito y mi bocata de jamón.
Seguro que con lo que he gozado en ese momento he tenido que cometer algún pecado de esos. Que me lo apunten en la lista y ya pasaremos cuentas más tarde si eso...
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